sábado, 28 de abril de 2012

Palimpsestos: resurección y romanticismo

Ahora que estamos a punto de publicar un trabajo sobre los manuales románticos de literatura latina (a partir de entonces "romana", al menos entre los alemanes), sabemos que el descubrimiento de los palimpsestos se convirtió, a comienzos del siglo XIX, en una de las características definitorias de una nueva forma de ver las letras latinas. También sabemos que hubo un poema que vinculó este descubrimiento filológico con el propio espíritu de su tiempo. El palimpsesto es el texto resucitado, y la imagen se volverá romántica por excelencia. POR FRANCISCO FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE
El cardenal y filólogo Angelo Mai fue quien inició la lectura y recuperación de los palimpsestos, labor que su entonces amigo Leopardi supo reconocerle encontrando, además, un hermoso motivo poético en esta técnica de rescate de una escritura anterior borrada para escribir sobre ella, y así lo expresa en el Canto que dedica en 1820 precisamente al descubrimiento de Angelo Mai:

"Italo audaz, ¿es que jamás te cansas
de arrancar de las tumbas
a nuestros padres, obligando a que hablen
en este siglo muerto, en el que pesa
tanta niebla de tedio? ¿Y cómo llegas
tan fuerte y tan frecuente a nuestro oído,
voz de nuestros abuelos,
tan largo tiempo muda? ¿Por qué tanta
resurrección? Fecundos se han tornado
los pergaminos; a la edad presente
los claustros polvorientos
reservaban las obras generosas
de nuestros padres. ¿Qué valor te infunde,
ítalo egregio, el hado? ¿Acaso en balde
contra el valor humano lucha el hado?
Voluntad de los dioses fue sin duda
que cuando era más hondo
y grave nuestro olvido irremediable,
sonara en todo instante nuevamente
la voz de nuestros padres. Aún se apiada
de Italia el cielo. Aún velan por nosotros
algunos inmortales:
que siendo exactamente ésta la hora
en que hay que restaurar las herrumbrosas
virtudes de las ítalas naturas,
vemos cómo se alza
el clamor de los muertos, y a los héroes
olvidados abrir casi sus tumbas
para saber si en esta edad ociosa
te es grato, patria, aún, el ser cobarde (...)"

(Cantos, trad. de Diego Navarro, Barcelona, Orbis/Origen, 1982, pp.17-18.)

Pocas veces podremos encontrar en la historia de la literatura que una técnica filológica llegue a ser un motivo poético, pero este caso es importante sobre todo por lo que significa: la resurrección de los "padres clásicos". No debemos olvidar la extraordinaria formación clásica del poeta de Recanati, que a los quince años comienza a aprender griego sin necesidad de maestro alguno, y que un año más tarde hace entrega a su padre de una versión latina con comentarios acerca de la vida de Plotino . Llama la atención, además, que el término "palimpsesto" haya servido después como metáfora de la reescritura en la teoría literaria. Así lo hizo Antonio Machado al decir que todo poema era un palimpsesto y, sin saber que el término había sido ya propuesto por el poeta español, luego lo hizo Gérard Genette. FRANCISCO GARCÍA JURADO

jueves, 26 de abril de 2012

Machado en Baeza y una errata en mi memoria

Rescato un texto escrito hace un tiempo que me gusta especialmente. Sólo quiero que veáis en él por qué para algunas personas el latín se ha convertido en parte de su propia biografía. Borges o Machado no fueron ajenos a este fenómeno. En particular, la lectura de la primera bucólica de Virgilio pervivió en ellos para siempre. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE
Por cierto, como cuando lo publiqué por primera vez, este blog sigue estando dedicado a María José Barrios Castro, profesora de Cultura clásica, de latín y de griego.
Hace ya un tiempo, a finales del mes de mayo de 2009, acudimos a un congreso que se celebraba en Baeza, y una tarde bellísima visitamos el antiguo claustro de la universidad, anejo al instituto Santísima Trinidad, donde una clase rinde emotivo homenaje al poeta Antonio Machado, en recuerdo de su paso vital por Baeza en aquel instituto como profesor de francés. Aquella tarde recordé, cómo no, el cuaderno de notas que Machado tituló Los complementarios, y donde encontramos uno de los textos más elogiosos que he visto en la modernidad acerca del poeta Virgilio. Para quien quiera volver a leerlo, incluso en la propia letra de Machado, no tiene más que acudir a aquella entrada del blog (http://lectoresaudaces.blogspot.com/2009/02/si-me-dieran-elegir-un-poeta-machado-y.html). Pues, bien, no es de esto de lo que hoy quería hablar, pero sí de otro aspecto relativo al poeta latino que también está en el mismo cuadernos machadiano. No hay más que abrir su primera página (utilizo el facsímil que editó Taurus en 1971) para encontar una cita de la primera Bucólica, el verso 28: "candidior postquam tondenti barba cadebat", que en traducción de Vicente Cristóbal dice así: "cuando , afeitándome, ya más canosa caía su barba". Sin embargo, algo fallaba en mi recuerdo de este verso, pues mi memoria no me traía la forma "TONDENTI", sino otra menos comprensible para todo aquel que sepa algo de latín: "TONDENDI". Virgilio pone en boca de Títiro una manera indirecta de decir su edad, más o menos unos 45 años (cómo voy comprendiendo este verso ahora). Machado, seguramente, quería dar cuenta de su edad al comienzo de su cuaderno, en la época de bonanza que terminó viviendo en Baeza. Mientras pensaba todo esto, seguía bullendo en mi cabeza la incorrecta forma "TONDENDI", y no me explicaba bien por qué. Lo que la gramática corregía lo desleía el corazón al acudir a mi mente, al "re-cordar". Mi sorpresa fue cuando, a la vuelta, puede comprobar que la errata estaba en el mismo Machado, que seguramente escribió el verso de memoria y tal como le sonaba. La tímida "d" estaba ahí, y así la reproduzco en la foto que podéis ver al comienzo. Poco más arriba, en esta misma bucólica, el verso 25 nos dice "quantum lenta solent inter viburna cupressi", que Vicente Cristóbal traduce como "cuanto se eleva el ciprés superando a flexibles viburnos". Este verso, con la peculiaridad semántica de que "LENTA" sea "FLEXIBLE", es citado por el último Borges, el de los Conjurados. Machado, pues, está a mitad del camino de su vida cuando recuerda el verso 28, mientras que Borges anda por sus "cuatro veintes" cuando recurre al verso 25 para recrear una ficción de regustos góticos. Es muy probable que esta bucólica primera fuera el primer texto de Virgilio que tuvieron que leer y aprender tanto Borges como Machado. Y ahí quedaron para siempre en la memoria de ambos los dos versos. Borges jugó con los errores, como cuando hace terminar como plural el famoso "ibant obscuri sola sub noctem per umbram", y lo hace más veces, como ha mostrado Javier Gil en un hermoso artículo publicado en Cuadernos de Filología Clásica (Estudios Latinos). Lo que más me conmueve de todo esto que cuento aquí hoy es LA IMPLICACIÓN DEL LATÍN CON LA VIDA. Ellos lo estudiaron, y no podría entenderse la obra de Borges y de Machado sin ciertas lecturas clásicas, sin Virgilio u Homero. Hoy los estudiantes de eso que queda del bachillerato pueden prescindir de las asignaturas clásicas por engendros como el Ocio y demás (qué diría el OTIOSUS Aulus Gellius si levantara la cabeza y viera que el OTIUM ha quedado reducido a naderías). Yo no sería igual sin el latín, lo vivo y está en mí, y siento que el mundo se vuelva cada vez más anodino.
Francisco García Jurado H.L.G.E.

lunes, 23 de abril de 2012

Catálogo de filólogos clásicos: Martín Villar y García

El profesor Manuel Sanz Morales, catedrático de filología griega en la Universidad de Extremadura, coordina la parte española del Catalogus Philologorum Classicorum, obra loable que pretende ofrecer una biografía de todos aquellos que han aportado algo digno a esa entrañable disciplina que conocemos como Filología Clásica. Largo sería hablar aquí del caso español y, sobre todo, de las razones varias que impidieron un desarrollo cabal de esta disciplina hasta ya entrados los años 30 del siglo XX. En todo caso, hay una crónica de figuras académicas que, en su discreción, hicieron posible que el panorama español no fuera un absoluto erial. Nombres como los de Alfredo Adolfo Camús, Antonio González Garbín o Martín Villar y García dan cuenta de personas que lograron transferir algunas de las mejores ideas del mundo académico europeo a España. Tuve el honor de contribuir al Catalogus mediante una entrada dedicada a Martín Villar y García. En ella, procuré hacer ver cuál fue la aportación académica del autor a la España de su tiempo, aportación que yo mismo pude descubrir durante la elaboración del Catálogo de manuales de literatura griega y latina en España. Este blog recoge la entrada. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE

Martín Villar y García (1835-¿?) es natural de Tarazona (Zaragoza). Estudió derecho y se licenció en jurisprudencia en la Universidad Central de Madrid (AHN UNIVERSIDADES,4859,EXP.17). También fue alumno de la Facultad de filosofía y letras en Zaragoza, y ya en Madrid se doctoró con una tesis titulada Consideraciones sobre el Génesis (1858) (AHN UNIVERSIDADES,6883,EXP.19), que se abre con una cita tomada del ilustre hebraísta Antonio María García Blanco. Fue catedrático de lengua hebrea en la Universidad de Oviedo. También fue catedrático de literatura griega y latina, y de oratoria forense en la facultad de derecho de la Universidad de Zaragoza. Habiendo sido decano de filosofía y letras entre 1870 y 1884, llegó a ser rector de la misma Universidad de Zaragoza entre los años 1884 y 1885 y también entre 1890 y 1892. Precisamente, cuando el joven José Martí cursó sus estudios en la Universidad de Zaragoza Villar y García era decano de la facultad de Filosofía. Fue asimismo presidente de la diputación provincial y senador por la provincia de Zaragoza en la legislatura de 1891 a 1892 (Archivo del Senado. Expediente personal del Senador D. Martín Villar y García, por la provincia de Zaragoza. SIGNATURA: HIS-0520-03). En la Universidad de Zaragoza se conserva un retrato de su persona firmado por Luis Gracia Pueyo en 1848, con una inscripción inferior que reza así: «DR. MARTIN VILLAR Y GARCIA. TVRIASON.- CAT. LENGVA HEBREA OVIEDO Y LIT. GRIEGA Y LAT. Y DE / ORATORIA. FOR - EN LA F. DE D. ZARAGOZA. DECANO 1870-84. INSPECTOR DE I. P. DEL DISTRI- / TO 1882-4 - RECTOR 1884-5, 1890-3 - PRES. - DIP. - PROV. SENADOR” (consultado en la dirección electrónica http://moncayo.unizar.es/web/patrimonioartistico.nsf/BienesPorFecha/311?Opendocument el 31 de enero de 2012)


Es probable que el manual más representativo de la nueva situación de la enseñanza de las literaturas clásicas tras la promulgación de la Ley Moyano sea la Historia de la literatura latina de Villar y García, cuya primera edición es de 1866. Si Ángel María Terradillos había redactado en 1846 su manual a la sombra del manual de literatura española de Gil de Zárate, Villar y García tendrá muy presente otro gran manual de literatura española, quizá el mejor que se haya escrito durante el siglo XIX español, la Historia crítica de la literatura española (1860-1864) de José Amador de los Ríos. La primera característica que encontramos en el libro de Villar es su título, que formula por primera vez una “Historia de la literatura latina” como tal, sin recurrir a fórmulas como “lecciones elementales”, “manual histórico-crítico” y otras similares. El manual, frente a la acostumbrada ordenación por géneros, se organiza por períodos, lo que supone desde el punto de vista estructural un alejamiento de la atemporal poética a favor de la historia de la literatura. Observamos que se está configurando ya una disciplina con un método y discurso propio, encaminada a estudiar el devenir del pueblo romano a través de su medio de expresión más genuino, su lengua y literatura. El manual se divide en cinco grandes épocas que se corresponden casi exactamente con la repartición wolfiana (1787), basada en Funccius:

-Desde la fundación de Roma hasta el año 516 de su fundación (final de la primera guerra púnica)
-Desde el año 516 al 679 de Roma, 78 antes de J.C.
-Desde el año 676 de Roma hasta la muerte de Augusto, el 14 de J.C. (767 de Roma)
-Desde el año 767 hasta el 870 de Roma, desde el 14 al 117 de Jesucristo
-Desde el año 117de Jesucristo hasta el 476

Resulta, asimismo, muy interesante observar cómo el término “humanidades”, de tan profundo calado humanista y universal, es reinterpretado, a la luz del pensamiento de Johann Gottfried Herder, en una nueva clave nacional, como producto de “la elevada mision providencial que el pueblo romano habia recibido”:

La lengua latina es la en que por primera vez se ha designado con la palabra humanidades el estudio de las letras, considerando como su principal objeto humanizar a los hombres; los griegos más artistas, más originales, y autores de los modelos que imitaron los romanos, no conocieron este fin del arte ni inventaron en su rica lengua una palabra tan bella; podría decirse con Herder, que explica la elevada mision providencial que el pueblo romano habia recibido de extender por el mundo, preparando su unidad, la ciencia de los griegos. (Villar y García 1866, p. II)

En esta argumentación está implícito lo que dice el propio Aulo Gelio cuando afirma que no debe confundirse humanitas con lo que los griegos denominan philanthropía (Gel. 13,17): “Aquellos que crearon la lengua latina y quienes la han usado con propiedad no quisieron que humanitas fuera aquello que vulgarmente creemos y que entre los griegos se llama philanthropía (…)”. Dentro de este mismo prólogo se exponen las dificultades docentes que tenía la asignatura (Clarín habla en términos parecidos, desde la perspectiva de su experiencia de alumno, en la necrología que escribió sobre Alfredo Adolfo Camús): una literatura latina que, en definitiva, termina enseñándose sin latín:

(…) hemos suprimido la inserción de pasages que justificaran nuestros juicios, porque sabemos por experiencia que no seria bastante insertarlos en latin, sino que necesitarian la traduccion castellana, para ser entendidos de todos; (Villar y García 1866, p. V)

Las buenas intenciones políticas de Gil de Zárate, encaminadas a enriquecer la enseñanza del latín con contenidos propios de la historia de la literatura, terminan dejando al margen la propia enseñanza del latín. El transcurso de los años hizo posible que la historia de la literatura latina, como la de cualquier literatura nacional, terminara siendo para nosotros una formulación natural y universalmente aceptada.

En 1875 aparece la segunda edición del manual, y debe enclavarse en otro momento clave, el del comienzo de la Restauración, que se caracteriza por la vuelta al control gubernativo de los manuales escolares y a la conocida expulsión de los catedráticos de universidad, hecho que dará lugar a la creación de la Institución Libre de Enseñanza en 1876. El manual de Villar y García inaugura, pues, este nuevo período, incorporando, además, una breve introducción a la literatura griega.

Bibliografía de Martín Villar y Garcia

Consideraciones sobre el Génesis. Discurso leido en la Universidad Central por Martin Villar y Garcia en el acto de recibir la investidura de Doctor en la Facultad de Filosofia y Letras, Madrid, Imprenta y librería de la Viuda de Vázquez e hijos, 1858.

Discurso que en el acto de su solemne recepción leyó ante el claustro de la Universidad de Oviedo don Martín Villar y García, Oviedo, 1862.

Discurso leido en la solemne inauguración de los estudios de la Universidad de Zaragoza el día 1 de octubre de 1868, Zaragoza, 1868.

Historia de la literatura latina por D. Martín Villar y García catedrático de literatura clásica griega y latina en la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, [s.n.], 1866 (Imp. Cesar-Augustana de Gregorio Juste).

Historia de la Literatura Latina por Martín Villar y Garcia, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza. Segunda edición, Zaragoza, [s.n.], 1875 (Imprenta de Ramón Leon).

Bibliografía sobre Martín Villar y García

GARCÍA JURADO, F., “Los primeros manuales de literatura latina”, en F. García Jurado (ed.), La historia de la literatura grecolatina en el siglo XIX español: espacio social y literario, Málaga, Analecta Malacitana, 2005, pp. 90-91.

MIRANDA CANCELA, E., “José Martí, estudiante de humanidades”, en J. Martí, En un domingo de mucha luz. Cultura, historia y literatura españolas en la obra de José Martí, Salamanca, Universidad, 1995, pp. 225-226.

PASCUAL RECUERO, P., Antonio Mª García Blanco y el hebraísmo español durante el siglo XIX, Granada, Universidad, 1986, p. 201.

FRANCISCO GARCÍA JURADO