sábado, 27 de marzo de 2010

SAN BIAGIO DEI LIBRAI: O EL DETALLE COMO ARGUMENTO


Cuando preparaba hace unas semanas los apuntes para una charla tuve que volver a echar un vistazo a la Ciencia Nueva de Giambattista Vico. La edición que tenía disponible se abría con un detalle que me había pasado desapercibido tiempo atrás: la fotografía de la placa que recordaba su lugar de nacimiento en Nápoles. Se trata de una inscripción que se encuentra en San Biagio dei Librai, antigua y céntrica calle napolitana de libreros ya desaparecidos que hoy rebosa de pequeñas tiendas y de vida. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE.

Reconozco que mi manera de aproximarme a las ciudades y, en general, a las cosas, tiene poco de convencional. A menudo no me centro en lo supuestamente importante de los lugares, pues esto, supongo, ya está a salvo del olvido o el descuido. Dado que teníamos previsto un inminente viaje a Nápoles decidí, con el libro de Vico en la mano, que mi regreso a la ciudad tenía que ser mediante una cuestión de detalle, casi invisible y propia tan sólo de quienes al menos saben quién fue aquel sabio y aventurero del saber que vivió durante la primera parte del siglo XVIII. Para Vico, lo más importante era la imaginación y todo su componente creativo. La función de los datos no es más que la de la mera ilustración de la primera. La Ciencia Nueva es un libro tan delicioso como a veces delirante. El origen "divino" del Derecho lo deduce Vico de una etimología imaginaria, e imagina que el lenguaje es estética, como siglos después lo hará su admirador Benedetto Croce. A Croce, precisamente, se debe el empeño de dejar constancia con una placa del lugar donde Vico dio comienzo a su vida. Ahora que veo cómo Nápoles sigue alimentando buena parte de los tópicos que la hacen tan singular, no creo que hubiera habido otro lugar en el mundo tan apto para Vico y su desbordante imaginación. Parece mentira que en una calle tan angosta y en una casa tan humilde naciera un hombre cuya riqueza de ideas ha transcendido el tiempo y el espacio. Así pues, soñé con llegar a la calle donde Vico nació y fotografiar yo mismo la placa conmenorativa, en el número 31 de la calle. Tras un largo paseo con Nápoles, y en tanto llegábamos al Duomo, nos internamos por la estrecha San Biagio dei Librai, que hace honor a los muchos libreros que, como el mismo padre de Vico, poblaron aquel lugar en otro tiempo. Cuesta un poco encontrar la placa, pues está en un piso superior y, a pesar de tener un foco instalado, al menos el día que pasamos no funcionaba. Los venderores de la zona y los viandantes nos miraban a María José y a mí como si estuviéramos algo locos. Creo que se preguntaban qué estaríamos fotografiando bajo unos andamios en lugar de estar comprando recuerdos. Pero ni la gente, ni las motos, ni la noche nos hicieron desistir y al fin tomamos algunas fotos de aquella inscripción y de aquel lugar. Al fin habia conseguido mi pequeño sueño, y al fin había tendido el puente invisible que iba desde mi ensueño a una lejana y angosta calle.



FRANCISCO GARCÍA JURADO HLGE

lunes, 22 de marzo de 2010

UN NARRADOR DE CUENTOS... Y MITOS


El pasado 3 de marzo del 2010 presentamos en el Hogar Vasco de Madrid la novela de Mercedes Aguirre Castro El narrador de cuentos. El acto, que tuve el honor de amadrinar, fue presentado por Ángel Jiménez, director de Éride Ediciones, donde la autora ya había publicado anteriormente su colección de relatos Nuestros mitos de cada día (2007). Como ya hizo entonces, de nuevo Mercedes Aguirre nos adentra en un mundo de mitos que se entretejen en la realidad cotidiana, demostrando que nuestras vidas no están tan lejos de las de los héroes y dioses griegos, vulnerables también ellos a las pasiones, al miedo y, en definitiva, víctimas de sus propios dramas internos. Por Ana González-Rivas Fernández. HLGE

Toda la novela gira en torno a un congreso universitario sobre mitos y cuentos celebrado en la isla griega de Ananki. A medida que los asistentes van llegando, recogen su documentación y se van uniendo a las diferentes conferencias y mesas redondas. Durante cinco días discutirán sobre mitología y literatura, y compartirán nuevas teorías sobre el estudio de historias fantásticas y leyendas ancestrales. Pero cada asistente trae también su historia personal: una desgracia familiar que todavía provoca pesadillas, un amor que nunca llega, el ansioso deseo del reconocimiento profesional, y a veces incluso algún secreto nunca confesado… Poco a poco van presentándose todos ellos, ahora unidos por el mismo interés académico: los cuentos. Todo parece ir según lo esperado, las conferencias resultan interesantes y los organizadores del congreso demuestran ser unos perfectos anfitriones. Pero algo inquietante sucede entonces: la presencia de un hombre misterioso, un narrador de cuentos que fascina y sobrecoge a quienes le escuchan. ¿Quién es este enigmático personaje? ¿Por qué esos cuentos? ¿Por qué esas personas? ¿Es una casualidad que todos estos profesores y académicos se hayan reunido en la misma isla para hablar de mitos y leyendas? ¿O es algo más que una mera coincidencia?

Durante la presentación tuvimos ocasión de comentar con la autora el proceso de creación de esta novela, basada en parte en sus propias experiencias como académica y en sus intereses personales, como su pasión por Grecia, la mitología, los cuentos de hadas y las historias fantásticas: “mis obras contienen mucho de mis vivencias y también de mis lecturas”, afirma Mercedes Aguirre; “en el caso de El narrador de cuentos mis vivencias son los congresos a los que yo he asistido y en los que –como algunos de los personajes de mi novela- yo también aprendí y encontré nuevos amigos. En ellos he encontrado inspiración para algunas de las situaciones típicas de un congreso académico: las comidas apresuradas, las discusiones, los primeros momentos de despiste, las largas horas en un aula...”. Habló igualmente de sus referencias literarias, entre las que mencionó las obras de David Lodge, al que sigue en la temática académica, aunque no en el tono humorístico, que aquí se cambia por el drama psicológico. Asimismo, Aguirre rinde homenaje a algunos célebres escritores y recopiladores de cuentos, como Andersen o los hermanos Grimm, que, como ella misma indicó, se esconden detrás de los nombres de algunos personajes.

La historia de El narrador de cuentos, además, tiene una incógnita que se mantiene hasta el final de la novela: “he querido introducir una cierta dosis de misterio, un misterio que queda abierto a la interpretación del lector”, dice la autora. Y así, entre cuentos, mitos, encuentros y desencuentros, también se hace un hueco lo fantástico, tal vez lo inexplicable, que añade intriga a la trama, llevándola más allá de una simple reunión de científicos que, congregados por una casualidad del destino, discuten sobre sus temas de estudio.

El narrador de cuentos, en definitiva, es una novela que sorprende, que agrada por su prosa, y que seguro que hará reflexionar a sus lectores sobre muchos cuentos conocidos, ahora vistos desde un nuevo prisma. ANA GONZÁLEZ RIVAS-FERNÁNDEZ HLGE