domingo, 19 de octubre de 2008

TIEMPO DE HERMOSOS LIBROS


Salvo si se venden o se queman, los libros que hemos adquirido en épocas felices se quedan ahí, aún en tiempos aciagos. También puede ocurrir lo contrario, es decir, que adquiramos un libro en un momento delicado de nuestra vida, a la manera de un conjuro para tiempos más felices. Es como si al comprar un libro nuevo hiciéramos un guiño a los tiempos venideros y pensáramos en un futuro mejor. Ahora que se acaba de inaugurar una muestra sobre Rembrandt en el Museo del Prado me acuerdo de la gran exposición que se celebró en Amsterdam en el año 91. Su catálogo, en dos tomos, apareció un buen día a un precio muy aceptable en las tiendas Vips (ya no hay libros como ese en oferta). Cuando conseguí ese catálogo apenas tuve tiempo de disfrutarlo. Por razones personales que ahora no vienen al caso mi pequeño mundo se hundió durante unos meses, pero el libro quedó ahí y, de hecho, miraba la cara de Rembrandt sonriéndome, como diciendo "ánimo, que el tiempo venidero será mucho mejor". Hace dos días volví a conjurar el tiempo con otro libro. Se titula "La calle del reloj", y está editado en 1950. Es un libro que conocía gracias a mi abuelo, cuyo autor, José Antonio Nováis, fue periodista y corresponsal del diario Le Monde. Aquel libro quedó en otra casa, como preso de una vida pasada. Pero tenía ganas de regalar a María José este pequeño y hermoso ejemplar que evoca una calle madrileña que a veces es testigo de nuestros paseos, de ambos y algunas veces también de Javier cuando nos acompaña. La edición de mi abuelo era la segunda, del año 51. La nueva es más antigua (obsérvese la paradoja), pues se trata de la primera edición del libro, del año 50. Tiene una dedicatoria manuscrita del propio autor, y luego aparecen comentarios también manuscritos del lector al que se destinó la dedicatoria del libro. Sé que el libro pervivirá más allá del tiempo, como lo viene haciendo ya desde hace 58 años. Incluso nos sobrevivirá a nosotros, y también sé que en un futuro cercano servirá como demostración de que su papel de conjuro ha sido eficiente. Lleva mucha felicidad en sus páginas.

Francisco García Jurado
H.L.G.E.

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